domingo, 14 de julio de 2019

EN DEFENSA DEL EGOÍSMO


Hace días, en una actividad de esparcimiento laboral, nos pidieron hacer pequeños carnés para colgar en nuestro pecho en el que escribiéramos nuestro nombre y el valor con el que más nos identificáramos. Estuve tentado a escribir «egoísmo» —cuando le mencioné mi intención a mis compañeros, lo tomaron como una broma—, pero finalmente decidí escribir «pundonor». Sin embargo, pensé en lo curioso que es que el egoísmo sea pensado como algo malo, como un antivalor, cuando al contrario es lo más preciado que poseemos.
El diccionario define a una persona egoísta como aquella «que antepone el interés propio al ajeno, lo que suele acarrear un perjuicio a los demás». ¿Qué significa, en principio, anteponer el interés propio al ajeno? ¿Qué significa causar un perjuicio a los demás? Yo veo como una actitud egoísta luchar por un puesto laboral o por una beca académica, cuando los cupos son limitados. ¿No es, precisamente, anteponer el interés propio al ajeno cuando me esfuerzo por obtener un trabajo aún sabiendo que hay otras personas interesadas en ese puesto? Esto es egoísmo. No sería egoísta si yo no antepusiera mi interés al ajeno, esto es, si ni siquiera me presentara a la entrevista de trabajo. Pero no solemos actuar de este modo. Si nos interesa un trabajo, o una beca académica, o lo que sea, peleamos por obtenerlo, lo que, de una u otra forma, acarrea un prejuicio a los demás. Los otros aspirantes se sienten perjudicados cuando a mí me dan el puesto de trabajo y no a ellos.


Este ejemplo de actitud egoísta es de lo más moderados —casi nadie discutiría que mi acción, aunque egoísta, es mala— y es de los más fáciles de defender. También es egoísta el que desea todo para sí mismo, con un sentimiento casi enfermizo de abarcarlo todo. Este egoísmo es precisamente el que no defiendo. En cambio, hay un egoísmo sano y saludable que es el egoísmo del amor propio. Es el egoísmo del que se ama y quiero lo mejor para sí, sin importar los obstáculos que se le impongan. Este hombre egoísta vela por su propio bienestar, en vez de velar por el bienestar de los demás y, así, ayuda a los demás. Si en verdad quieres perjudicar a alguien, dale toda la ayuda que te pide. Si todos empujáramos hacia adelante, sin tener que retrasarnos a ayudar y empujar a los demás, avanzaríamos más rápido.
Lo que yo me imagino es un mundo en el que todos nos amamos lo suficiente como para no pedir ayuda a los demás. Si yo me amo lo suficiente, lucharé por ser cada vez mejor en todo, lucharé por lograr lo mejor para mí. El DRAE dice del egoísmo que es el “inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente el interés propio, sin cuidarse del de los demás”. Pero, ¿por qué el amor en exceso debe ser considerado malo? Todo lo que se hace por amor está más allá del bien y del mal.  

David Kolkrabe

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jueves, 16 de mayo de 2019

ALEJO SERNA Y DAVID KOLKRABE VISITARON COMUNIDAD TERAPÉUTICA PARA JÓVENES DROGODEPENDIENTES

Los escritores colombianos Alejo Serna y David Kolkrabe visitaron este 16 de mayo una Comunidad Terapéutica que atiende a jóvenes drogodependientes de 14 a 18 años. El acercamiento a los jóvenes con problemas de drogadicción fue bastante alentador. Alejo Serna estuvo hablando de su vida y obra a jóvenes privados de su libertad y se les mostró cómo la literatura podía ser una ruta de escape a sus problemas psicosociales. Al respecto, Alejo Serna dijo lo siguiente:

"Ayudar a estos jóvenes es un trabajo muy bonito. No debe ser fácil. Mire que al final se me acercaron varios muchachos a hablar de sus ganas de escribir y creo que a algunos les llegó el mensaje de dedicarse a lo que les gusta, que no es la droga". 

Por su parte, David Kolkrabe lleva un trabajo de tiempo atrás con este tipo de población en el que ha intentado contagiar el amor por la lectura. Su objetivo es que estos jóvenes, pese a sus problemas con las drogas y a su esquema de calle, vean en los libros una posibilidad de conocerse a sí mismos y de mejorar. 

"Trabajar con ellos es muy gratificante. Es muy bello cuando un joven de 17 años, que ha consumido droga casi toda su vida, que apenas está en sexto de primaria, se te acerca y te dice: "cucho, yo quiero estudiar, yo quiero salir adelante". Y créeme, me ha pasado muchas veces". 

El problema de la drogodependencia no es un problema sencillo, pero del que debemos concientizarnos. La literatura, como el arte en general, debe ser una fuente de ayuda a estos jóvenes.